Opinión: Lecciones de la crisis irlandesa

Por: Juan Carlos Suárez Revollar

En la historia económica mundial las crisis son perturbadoras presencias que reaparecen de manera cíclica y, aunque resulte inverosímil, suelen ir acompañadas por un comportamiento colectivo irracional que precipita el desastre. Queda en la memoria la terrible crisis de finales de los ochenta en nuestro país, agravada por la especulación en el precio de los comestibles e hidrocarburos. Tocó fondo con el shock económico que tanto asustó a los votantes en 1990 y que finalmente —contra sus propios compromisos electorales— Alberto Fujimori puso en marcha.

Aun cuando los escenarios entre la Irlanda anterior a la crisis y la del Perú actual son diferentes, también hay similitudes en el respectivo ‘boom’ inmobiliario de ambos países.

Por esas mismas fechas, Irlanda, una tierra tradicionalmente pobre dentro de las islas británicas, experimentaba un enorme ascenso económico. Como suele pasar tras toda una vida de carencias, el gasto individual creció y se trasladó gradualmente hacia los bienes suntuarios y, lo más peligroso, a un endeudamiento a mediano plazo en el rubro inmobiliario que el sector financiero —que obtenía con ello jugosas ganancias— no cuidó en frenar sino, al contrario, alentó con la flexibilización del acceso al crédito hipotecario (con lo que firmaría su propia perdición). Al aumentar la demanda de bienes raíces, sus precios casi alcanzaron a triplicarse, pero en vez de atenuarse por ello, ocurrió un fenómeno psicosocial —avivado por la especulación— que estimuló la necesidad de comprar lo antes posible en tanto no siguieran subiendo.

Cuando se desencadenó la crisis los precios de las viviendas se desplomaron, y las gentes, imposibilitadas de pagar, prefirieron que los bancos se las quiten, pues el monto que aún debían era muy superior al nuevo valor de sus casas. Los embargos fueron tan recurrentes, que el sector financiero se hizo con la propiedad de decenas de miles de inmuebles invendibles, pero quedó descapitalizado y no habría tardado en quebrar si el gobierno rehusaba rescatarlo.

El crecimiento económico del Perú —y en general de América Latina— ha encarecido los recursos habitualmente accesibles (entre ellos los bienes raíces). Las casas y terrenos casi han triplicado su precio en los últimos cinco años, y el endeudamiento en ese rubro continúa creciendo, en tanto los bancos que otorgan los créditos se apresuran a negar una burbuja inmobiliaria (Gestión, 14/05/2013). Aun cuando los escenarios entre la Irlanda anterior a la crisis y la del Perú actual son diferentes, también hay similitudes en el respectivo ‘boom’ inmobiliario de ambos países. Y puede ser más grave si consideramos que el del Perú ocurre en un contexto internacional de ralentización económica con grandes posibilidades de contagio, y de flexibilización crediticia hipotecaria al interior del país. Esperemos estar equivocados.

Escrito para la columna No es el Cielo. Diario El Sol del 29 de julio de 2013.