Cautivos de mar y tierra: Hacia las raíces del Congo

El río Congo (Foto: Laith Wark).

Escribe: José Soriano Marín

El Congo es uno de los territorios más recónditos e interesantes del planeta. A propósito de la publicación de Cautivos de mar y tierra, de Juan Carlos Suárez Revollar, novela que se sitúa en ese espacio a inicios de la I Guerra Mundial, acompáñanos en esta crónica a conocer más de la historia y la geografía de ese país.
Arribo de un vapor portugués a Boma a través del río Congo (Foto: Archivo Delcampe).

Al contrario de lo que parece a primera vista, el río Congo no es navegable en toda su extensión. Desde su desembocadura en el océano Atlántico, junto al pequeño puerto de Banana, se puede recorrer en barco hasta la ciudad de Matadi, donde unas gigantescas cataratas obligan al visitante a seguir por tierra.

Hace poco más de un siglo el Congo era todavía propiedad personal del rey Leopold II de Bélgica. Bajo su mandato ocurrió uno de los peores genocidios de la historia. Él financió las primeras exploraciones y el asentamiento de una colonia, a la que se enrolaron rufianes de toda Europa, conscientes de la posibilidad de hacerse ricos a costa del saqueo del territorio y la esclavización, tortura y matanza de sus habitantes. Cálculos del historiador Adam Hochschild indican unos ocho millones de nativos asesinados hasta 1906, año en que el Congo pasó al control del Estado de Bélgica.

Cautivos de mar y tierra de Juan Carlos Suárez Revollar
‘Cautivos de mar y tierra’ es también una novela de viajes que peregrina entre el Congo y otros continentes.

Cautivos de mar y tierra se sitúa en ese mismo territorio, ocho años después, coincidiendo con el inicio de la I Guerra Mundial. La novela realiza, a través de sus personajes, un desplazamiento entre una jungla exuberante y algunas pequeñas ciudades del Congo, como Matadi, Boma y Banana. Lo más interesante de ella es que los hechos reales sirven de soporte a la ficción que inventa su autor. En el Congo actual es fácil reconocer los espacios donde ocurre. Se suma a esto el recorrido por otros escenarios, en mar o tierra, en cuatro continentes.

En 1914, cuando se inició la I Guerra Mundial, África estaba repartida entre varias potencias europeas, de las que Alemania mantenía cuatro colonias. A diferencia de lo que nos cuenta el cine, el enfrentamiento en este continente fue desigual en cuanto a tropas y logística. Con gran inferioridad numérica, las colonias alemanas no tardaron en rendirse, a excepción de África Oriental Alemana (o Tanganica), que resistió hasta el final de la guerra, en 1918. Esto es lo que muestra Cautivos de mar y tierra, pues uno de sus protagonistas es alemán en territorios de una colonia aliada.

Oficiales belgas y askaris congoleses de la ‘Force Publique’ durante la I Guerra Mundial (Foto: Archivo Real Escuela Militar de Bélgica)

En síntesis, es la historia de dos jóvenes que llegan a la colonia del Congo por causa de un naufragio. Perteneciente uno de ellos a una nación enemiga, se ven obligados a huir para sobrevivir. En ese contexto nos topamos con personajes diversos y de caracteres peculiares, que hacen aún más amena la historia.

La literatura es el móvil perfecto para llegar a lugares lejanos en tiempo y espacio. Un buen libro nos transporta a países y parajes fuera de nuestro alcance; nos abre una ventana infinita de nuevas realidades. En ese sentido, la publicación de Cautivos de mar y tierra nos acerca con audacia al continente africano, uno de los espacios más inhóspitos para el ser humano. Es un relato imperdible sobre la amistad, la condición humana y las huellas espirituales de la colonización que un joven escritor huancaíno se aventuró a regalarnos.

Publicado en Bitácora, número 42, edición de mayo de 2017.