Crítica de cine: El director de cine

Esos hombres que manipulan sueños

Juan Carlos Suárez Revollar

John Ford.

Como la literatura, el cine tiene la particularidad de servir de vía de evasión, de distracción, de escape a un nuevo mundo en que la ficción —y va inmerso en él el espectador, o en todo caso, el lector— nos permite vivir, al menos por unas horas, una aventura muy ajena a esa rutina chata, aburrida y sosa.

Sin embargo, y a diferencia de la literatura —en que es el escritor quien crea la trama y la narra—, en el cine el director se limita a contar, aun si fuese él mismo el autor del guión. Es en el proceso de rodaje y puesta en escena que llega el momento de maniobrar la historia. Por eso, aun si los temas abordados por distintos directores son similares, las diferencias pueden ser abismales. Cada uno, con su particular universo interior, hará que su respectiva película sea suya, y se convierta en un muestrario de algo personal, que dependa de sus propios demonios interiores, si cabe el término.

Orson Welles.

Así, mientras el cine de John Ford es aventurero y jovial —pero no por eso intrascendente—, el de John Huston aborda los grandes problemas de la humanidad, a manera de ensayo, y nos da una visión pesimista de la derrota. En ambos directores, los personajes son gentes sencillas que viven un gran acontecimiento. Hay mucho contraste, por ejemplo, con Ingmar Bergman, cuyo cine es bastante más intelectual: los problemas que aborda solo les ocurrirían a personajes cuyas necesidades primarias ya han sido solucionadas, pero les quedan otras nuevas, de índole tanto más íntimo.

Stanley Kubrick.

Cada director somete a la trama —y a sus personajes— a sus dilemas personales. Así, el coreano Kim-Ki-Duk entremezcla la modernidad con la tradición, pero el sostén de sus historias son los conflictos autodestructivos de los personajes que, por su querer, llevan vidas marginales. Blake Edwards y Billy Wilder le buscaban el lado cómico a los problemas, y por eso, casi siempre, sus filmes son atractivos divertimentos —aun Sunset Boulevard, de este último: un burlesco, irónico y cruel retrato de Hollywood—. Dos directores norteamericanos de la actualidad son Clint Eastwood, con su correctísimo clasicismo y poderosos conflictos humanos; y Terrence Malick, con su épica autodialogante y reflexiva: sus personajes, pese a su sencillez, sicológicamente llegan a niveles místicos —en particular en La delgada línea roja—; y por eso la trama está supeditada a la mente de estos.

Kim Ki Duk

Orson Welles, Stanley Kubrick, Alfred Hitchcock y Jean Luc Godard, cada uno y por su lado, generaron grandes cambios en la cinematografía mundial, con su audaz experimentación.

La cinematografía le debe a aquellos que, como Kurosawa, Buñuel, Scorsese o Rosellini, y tantos otros, se han pasado la vida deconstruyendo historias que, de esa forma, pasen al celuloide y se conviertan en imágenes en movimiento, en sueños, y en aquello que quisiéramos revivir. Porque, claro, ese es el fin de la ficción: soñar.

Publicado en Función Continuada en febrero de 2012.

Crítica de cine: The Messenger

Los emisarios de la muerte

Por: Juan Carlos Suárez Revollar

Hay un fuerte tufillo a resignación en The Messenger (Oren Moverman, 2009). La trama tiene a dos soldados que asumen la misión de ir casa por casa para buscar a los familiares de los caídos en batalla y darles la mala nueva. Cada visita ofrece una escena patética, brutal, de mucho dolor, que en vez de curtirlos va mellando su personalidad todavía endurecida. Esos momentos helados, en sus distintas variantes, abundan en el filme.

El juego de contrastes entre los protagonistas resalta la familiaridad con la muerte en uno, y el espanto por ella en el otro. Quien hace más evidentes los estragos de ese trabajo es el sargento Will Montgomery (Ben Foster). A diferencia de él, el capitán Tony Stone (Woody Harrelson) ya conoce su oficio. Hay, en ambos, mecanismos de defensa propia para no verse afectados, pero infructuosos al fin y al cabo. La delgada línea entre lo que manda el deber, y el calor humano necesario para interactuar con el resto de la gente, desaparece lentamente.

Todos los personajes muestran, a su modo, caracteres autodestructivos. Se trata de excluidos que pululan por el mundo en busca de su mera supervivencia. La historia no ha intentado —seguramente por decisión del director— ocultar el discurso político de la guerra. Por eso su antibelicismo es evidente. Como siempre, quienes van al frente son los desposeídos: afroamericanos, latinos, o los White Trash. A estos últimos pertenecen los dos mensajeros.

La aparición de Olivia Peterson (Samantha Morton) es un efectivo catalizador de los conflictos existenciales del sargento Montgomery. La empatía entre ambos personajes es inmediata. Su acercamiento se siente obsesivo, absurdo, mucho más emocional que lógico.

The Messenger parece excederse en el tratamiento de las escenas mórbidas. Su duración descomunal, su afán en detenerse y dilatar el tiempo, termina por cansar. Hay por otra parte un problema con la extensión general del filme, que se podría haber acortado de omitirse secuencias y tiempos muertos, que solo hastían.

El peso del tedio, y más aún, el de ese ambiente que cae en pedazos, quiebra finalmente a los dos soldados. El filme es por eso un relato de la destrucción anímica de sus personajes en un contexto que se supone real. Acaso se podría haber logrado un filme de mayor calidad, pero The Messenger es, con todo, lo mejor que ha llegado a la cartelera local en más de un mes.

THE MESSENGER (El mensajero)
Director: Oren Moverman
Título original: The Messenger
País y año: Estados Unidos, 2009
Duración: 105 minutos
Idioma: inglés con subtítulos en español

Publicado en el diario Correo de Huancayo, el 04 de junio de 2011

Crítica de cine: El cisne negro

Mr. Hyde toma el control

Por: Juan Carlos Suárez Revollar

Dos buenos filmes ha dirigido Darren Aronofsky además del que nos ocupa ahora: Réquiem por un sueño (2000) y El luchador (2008). El cisne negro tiene una forma particular de narrar, y se asemeja mucho —por lo alucinado, difuso y hasta ambiguo— a Réquiem por un sueño. El punto de vista predominante es el de Nina (Natalie Portman), pero en dos niveles: la parte más objetiva es la de su yo cuerdo. El segundo nivel, y el más rico, es el producido desde su yo perturbado, que toma la forma del cisne negro.

La historia nos remite a clásicos como El Dr. Jekyll y Mr. Hyde, por la dualidad de personalidades opuestas; y también a la institutriz de La vuelta de tuerca, cuya represión sexual se derivaría en los aparecidos y fantasmas que la atormentan a ella y a los niños que tiene a su cargo. Y claro, a La pianista, sea la novela o la versión fílmica, con las que esta película guarda mucha relación.

En El cisne negro la ficción es más poderosa que la realidad, y eso se hace patente con la paulatina toma del control de Nina por su yo perverso, que avanza tal cual su mente se va degenerando. Algo a destacar es que esa personalidad actúa sobre la capacidad de autocontrol de Nina, y la obliga a hacer cosas que ésta tenía reprimidas.

La actuación de la protagonista es más que sobresaliente. Es su personaje el que lleva el peso de la historia, y Portman lo asume bien. Los demás personajes están a la altura, aunque algunos son desaprovechados, como la madre de Nina, pese a que aquí la interpretación es impecable.
Un defecto ostensible es la excesiva exposición de las alucinaciones. El espectador notará desde el inicio que la explicación del conflicto está en la mente perturbada de su protagonista. Y la reiteración continua de ese fenómeno termina por cansar.

Hay además problemas en la integración del punto de vista, y finalmente prevalece el caos. Sin embargo, los méritos son muchos más, como el solo hecho de tramar una brillante y aun complicada historia a partir de algo tan sencillo como El lago de los cisnes. Además, la tensión dramática, así como la capacidad del filme de atrapar al espectador de principio a fin, hacen que ver El cisne negro sea una agradable experiencia.

 

EL CISNE NEGRO
Director: Darren Aronofsky
Título original: The Black Swan
Duración: 108 minutos
País y año: Estados Unidos, 2010
Idioma: inglés con subtítulos en español

Publicado en el diario Correo de Huancayo, el 26 de marzo de 2011

Crítica de cine: Más allá de la vida

Los solitarios y el más allá

Por: Juan Carlos Suárez Revollar

Clint Eastwood viene estrenando en los últimos años, y con frecuencia sostenida, algunos de los filmes más relevantes de la cinematografía mundial. Desde su prometedor debut con Play Misty for Me (1971), ha dirigido más de treinta largos, entre los que destacan El fuera de la ley Josey Wales (1976), Bronco Billy (1980), Los imperdonables (1992), Crimen verdadero (1999), Jinetes del espacio (2000), Río místico (2003), Million Dollar Baby (2004), el díptico Banderas de nuestros padres y Cartas de Iwo Jima (2006), Gran Torino (2008) e Invictus (2009).

Por su tratamiento místico, “Más allá de la vida” (Hereafter, 2010) es poco afín al resto de la obra de Eastwood. Aborda las implicancias del contacto con la muerte y lo que hay en ella. La estructura se plantea a partir de un puñado de personajes alejados entre sí, y sin ningún punto en común, salvo su cercanía con la muerte. Ello los diferencia de los demás, y por tanto, los torna en seres solitarios, incomprendidos, que llevan su experiencia como un estigma.

George Lonegan (Matt Damon) es capaz de comunicarse con los muertos; Marie Lelay (Cécile De France) ha fallecido efímeramente y regresado a la vida; y Marcus (Frankie y George McLaren) vive la carencia de alguien extremadamente cercano. Cada uno de ellos sirve de punto de vista para las tres historias que conforman el filme. Su proximidad con la muerte los tiene sometidos y no les permite hacer una vida normal. Por eso el paso fugaz de Melanie (Bryce Dallas Howard) por la vida de George, y por eso la instantánea empatía de Marie con la doctora Rousseau (Marthe Keller) o con George.

Hereafter es más bien realista, pese a sus elementos sobrenaturales. Se centra en el drama humano de sus personajes y no en los asomos góticos o espectrales de las historias de fantasmas de Dickens —de quien George es ferviente admirador— o de otros filmes de temática similar.

Los personajes mejor construidos son George y Marie. Da la impresión, en cambio, de que resulta insuficiente el desarrollo que tienen en la trama los gemelos Marcus y Jason, así como Melanie. El poderoso ritmo narrativo atrapa al espectador desde el inicio, aunque sufre un leve estancamiento poco antes de integrar las tres historias particulares en una sola. Afortunadamente, poco después el filme se recupera y se mantiene constante hasta su desenlace.

La fotografía, por su parte, es más que sobresaliente, y la interpretación de los actores formidable, como ya es habitual en las películas de Clint Eastwood. Y Hereafter es un estupendo filme que no defrauda para nada a los ya muchos seguidores de este genial realizador.

HEREAFTER (Más allá de la vida)
Director: Clint Eastwood
Título original: Hereafter
Duración: 129 minutos
País y año: Estados Unidos, 2010
Idioma: inglés y francés con subtítulos en español

Publicado en el diario Correo de Huancayo, el 19 de febrero de 2011.

Crítica de cine: Red social

Juegos corporativos en la era Facebook

Juan Carlos Suárez Revollar

David Fincher rodó en 1992 Alien 3 y en 1995 Pecados capitales. A partir de entonces ha dirigido filmes de importancia como El juego (1997), El club de la pelea (1999), La habitación del pánico (2002), Zodiaco (2007) y El curioso caso de Benjamin Button (2008).

Red social (The Social Network, 2010) nos plantea la forma en que el joven —e idolatrado— Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg) creó la red social Facebook, que ha crecido vertiginosamente hasta convertirse en la mayor plataforma de interacción social de Internet, y lo ha hecho a él, al mismo tiempo, el multimillonario más joven del mundo.

El filme arranca en los propios comienzos, cuando Mark pone en línea una pequeña plataforma social —un protofacebook— que compara fotografías a la busca de la universitaria más sexy de Harvard, lo que le generará la antipatía generalizada y buen número de problemas, aunque ello no parece importarle demasiado. La inserción como hilo conductor de la narración de los careos de las demandas que el ya exitoso Mark debe enfrentar, dota al filme de mayor complejidad estructural, y torna en pasado mediato lo que se veía hasta ahora.

El personaje de Mark nos es presentado como un superdotado en la programación informática, con problemas de actitud, y muchas dificultades para relacionarse con las personas (para un ejemplo, su involuntaria patanería lleva a su novia a dejarlo plantado). Otra característica suya es el cinismo y falta de escrúpulos al momento de tomar decisiones, aun si éstas perjudican a quienes confiaron en él, como su amigo Eduardo Saverin (Andrew Garfield), quien lo terminará demandando. Esa tendencia hace de Mark un ser solitario, en contraste con la red de millones de amigos que viene impulsando. La presencia de Sean Parker (Justin Timberlake) atenúa esto en parte. Ambos hablan un mismo idioma y piensan igual. Para ellos la actividad corporativa es, a su modo, una travesura. Por eso les divierte Napster, esa herramienta creada por Sean que casi hizo quebrar a la industria discográfica. Saben, eso sí, que están haciendo algo grande que cambiará el mundo —como lo supo Bill Gates, su referente, en su momento—, y que cada acción que tomen influirá en ello.

Red social es el irónico retrato de la volatilidad corporativa mundial y de la transformación del individuo a causa de su opresión por la información. Se trata de un gran filme, y de lo mejor de la obra de David Fincher.

Red Social (The Social Network)
Director: David Fincher
Título original: The Social Network
Duración: 120 minutos
Idioma: inglés con subtítulos en español
País y año: Estados Unidos, 2010

Publicado en el diario Correo de Huancayo el 5 de febrero de 2011.

Crítica de cine: The Ghost Writer

Las memorias de Tony Blair

Por: Juan Carlos Suárez Revollar

Roman Polanski es uno de los mayores maestros del cine que continúan en actividad. Su obra aborda diversos géneros, desde el horror: Repulsión (1965), El bebé de Rosemary (1968); el policial: Chinatown (1974); el thriller erótico: Luna de hiel (1993); la comedia: El baile de los vampiros asesinos (1967), Piratas (1986); y el drama, con los dos títulos que conforman lo mejor de su filmografía: Tess (1979) y El pianista (2002).

Su último trabajo, El escritor oculto (The Ghost Writer, 2010), es un thriller político, adaptado a partir de la novela The Ghost de Robert Harris. El ex primer ministro británico Adam Lang (Pierce Brosnan) enfrenta un juicio por crímenes de lesa humanidad en Irak; y al mismo tiempo está a punto de publicar sus memorias, pésimamente escritas. Por ello la editorial contrata a un escritor oculto (Ewan McGregor) —personaje de aquella oscura clase de escritores a sueldo cuyo trabajo es finalmente firmado por su empleador, y que son también conocidos como negros literarios— para que las reescriba.

Los evidentes paralelos entre Lang y el otrora primer ministro británico, Tony Blair, permiten a Polanski mostrar su desprecio por éste, al caracterizarlo artificial, ridículo; y lo más claro, como un fantoche de la geopolítica estadounidense. Por eso mismo, El escritor oculto podría catalogarse como un ensayo político o un filme de tesis. Sin embargo, pesa más la pericia del director para que la historia sobrepase al discurso que se pretende transmitir.

El escritor oculto podría catalogarse como un ensayo político o un filme de tesis. Sin embargo, pesa más la pericia del director para que la historia sobrepase al discurso.

El tratamiento visual usa tonos fríos, y un ambiente permanentemente nublado, lluvioso y frígido. A ello se suma el peso del encierro y el atosigamiento por la falta de libertad que viene de parte de guardaespaldas, periodistas y activistas. El permanente peligro y persecución a los que están sometidos los personajes, parecen no poder evitarse, principalmente para el escritor oculto. Ello se agrava al empezar a hurgar entre los indicios de crimen en la muerte de Mike McAra, su antecesor con el manuscrito de las memorias. Se establece, además, de a pocos, puntos en común entre ambos escritores; y se pasa de la antipatía por el primero a su identificación con la causa que éste perseguía y que lo habría llevado a la muerte. Es por eso que el apoliticismo inicial del nuevo escritor oculto va desapareciendo según avanza la trama.

La conclusión que parece dejarnos Polanski es la impunidad que hay, pese a todo, para hombres poderosos como Adam Lang o Tony Blair, esa rancia estirpe de políticos que, en el filme, aparecen por doquier y en casi cualquier bando. Sin dudas, The Ghost Writer es la mejor película de Polanski desde El pianista.

THE GHOST WRITER (El escritor oculto)
Director: Roman Polanski
Título original: The Ghost Writer
Duración: 128 minutos
Países y año: Francia, Alemania e Inglaterra, 2010.
Idioma: inglés con subtítulos en español

Publicado en el diario Correo de Huancayo el 29 de enero de 2011.

Crítica de cine: The Town

La ciudad de los antihéroes

Por: Juan Carlos Suárez Revollar

La primera película dirigida por Ben Affleck fue Desapareció una noche (Gone, Baby, Gone, 2007) —hasta entonces, si bien había participado en varias valiosas películas, e incluso en un par con dos grandes directores: Gus van Sant y John Frankenheimer, era principalmente conocido por blockbusters como Armagedón, Daredevil o Pearl Harbor—. Este policial tiene a una pareja de investigadores que busca a una niña presuntamente secuestrada. Su sórdido contexto va llevando al espectador hacia un final absolutamente pesimista.

Como en este filme, The Town (2010), segundo trabajo de Affleck como director, tiene personajes que viven al margen de la ley. La acción se inicia con el asalto a un banco de Boston por parte de un grupo de atracadores encabezados por Doug MacRay (Ben Affleck).

La colaboración obligada de una empleada del banco, Claire Keesey (Rebecca Hall), y su inmediata toma en rehén, marca el inicio de lo que será una relación entre Doug y ella. Ese elemento es el desencadenante para los cuestionamientos que surgen en él, particularmente referidos a su modo de vida, del que parece no poder escapar.

Más que las escenas de acción presentes a lo largo de todo el filme, destacan las brillantes situaciones ligadas con el ámbito lumpen: desde los modos de vida hasta los conflictos. Por supuesto, hay secuencias memorables, como aquella en que Doug visita a su padre (Chris Cooper) en prisión, que contiene diálogos sólidos y un poderoso planteamiento visual y dramático.

La interpretación de los actores es en general satisfactoria e incluso sobresaliente. Quizá el único que muestra algunos altibajos es el propio Affleck. Sin embargo, los personajes están tan bien construidos que cualquier defecto de esta índole es absorbido por la historia, aun con algunos personajes que apenas aparecen —por ejemplo Stephen MacRay, el padre de Doug, o principalmente el florista Fergus ‘Fergie’ Colm (Pete Postlethwaite)—. The Town tiene una línea dramática constante, sin tropiezos, salvo, acaso, el final edificante o la excesiva torpeza de la policía.

Definitivamente, Ben Affleck se revela como un excepcional director, cuya obra futura será esperada con mucho interés.

The Town (Atracción peligrosa)
Director: Ben Affleck
País y año: Estados Unidos, 2010
Duración: 125 minutos
Título original: The Town
Idioma: inglés con subtítulos en español

Publicado en el diario Correo de Huancayo el 27 de noviembre de 2010.

Crítica de cine: El secreto de sus ojos

Obsesiones del pasado y ficción en la realidad

Por: Juan Carlos Suárez Revollar

Juan José Campanella es uno de los realizadores más importantes del cine argentino actual. Filmes suyos son El mismo amor, la misma lluvia (1999), El hijo de la novia (2001) o La luna de Avellaneda (2004), que anteceden a El secreto de sus ojos (2009), una obra mayor, que le dio el Oscar en la categoría de mejor película extranjera.

El secreto de sus ojos es un filme policial que nos remite permanentemente al pasado, y que va desde el drama y el humor, hasta el romance y la política. El punto de vista de la historia recae en Benjamín Espósito (Ricardo Darín), un investigador de la corte jubilado que, veinticinco años atrás, tuvo una participación activa en el esclarecimiento de un horrendo crimen contra una muchacha quien, además de ser ultrajada, ha sido asesinada a golpes.
Campanella cuenta la historia en dos niveles temporales: el presente, donde, ya ocurrido todo, se puede tener una mirada más fría de los hechos por sus resignados protagonistas; y el pasado, evocado desde aquél, pero en clave de ficción, pues lo que se deja ver al espectador no es más que el relato novelado que Espósito hace a partir de sus propios recuerdos. La presencia de algunos personajes —su antigua colega Irene Menéndez Hastings (Soledad Villamil) o el viudo Ricardo Morales (Pablo Rago), quienes también han participado en los hechos— permite atenuar la base ficticia de lo que vamos viendo, aunque siempre estará la posibilidad de que, como una ficción, ésta sea inventada o no acorde con la realidad pese a su credibilidad.

Los personajes tienen, de por sí, mucho atractivo, lo cual se potencia con la brillante dirección de actores: el silencioso amor de Espósito por Irene, la obsesiva constancia de Morales, la contradictoria lógica de Pablo Sandoval (Guillermo Francella) o el impulso asesino de Isidoro Gómez (Javier Godino).

La película tiene un clima nostálgico desde su inicio. Pero como buen policial —con tantos elementos que enriquecen la historia, que por un momento creeríamos que se trata de otro género—, El secreto de sus ojos posee un ritmo narrativo constante, ascendente, y también varias vueltas de tuerca que obligan al espectador a replantearse lo visto. Una película bellísima, interesante y divertida. No perderla.

EL SECRETO DE SUS OJOS
Director: Juan José Campanella
Duración: 127 minutos
Países y año: Argentina y España, 2009

Publicado en el diario Correo de Huancayo el 30 de octubre de 2010.

Crítica de cine: Contracorriente

El fantasma y su amante

Por: Juan Carlos Suárez Revollar

Los amantes Miguel (Cristian Mercado) y Santiago (Manolo Cardona).
El realizador peruano Javier Fuentes-León rodó en 1997 el cortometraje Espacios, que fue muy bien recibido por la crítica nacional. A partir de entonces trabajó principalmente escribiendo y editando para la televisión, y avanzando sus propios proyectos. Contracorriente es su primer largo, por el que obtuvo, entre otros premios, el de la “Audiencia Competencia Internacional Dramática” en el festival de Sundance. Gracias a ello ha recibido la atención necesaria para asegurar su estreno en diversas partes del mundo.

El filme plantea un tópico, si no nuevo en el cine nacional, sí inusual en su forma de abordarlo. La temática tiene como centro la historia de amor entre Miguel (Cristian Mercado), un joven pescador —cuya esposa Mariela (Tatiana Astengo) espera su primer hijo—, y Santiago (Manolo Cardona), pintor y fotógrafo que es rechazado por la comunidad a causa de su homosexualidad manifiesta.

Ahí aparece una de las principales cuestiones del filme: la intolerancia, debidamente acentuada a través de las acciones de aceptación-rechazo por parte del grupo (el machismo y la hipocresía son lo más resaltante), que servirán como agente antagónico de los protagonistas a lo largo de la historia.

Hay dos partes muy marcadas en Contracorriente: la primera comprende los encuentros furtivos entre Miguel y Santiago, y la segunda se viene tras la muerte de éste, y su posterior regreso como un ente al que sólo puede ver Miguel (pese a esta situación fantástica, no se pierde credibilidad). Otro aspecto resaltante es el retrato de costumbres del poblado, donde se incluyen con solvencia y pertinencia las tradiciones y creencias (vistas al inicio por Santiago con simpatía, pero también con incredulidad; y más adelante —durante el segundo entierro—, como partícipe directo y, por eso mismo, ya como integrante de la comunidad).

El filme, desde el inicio, mantiene un ritmo sostenido y ascendente. La bella fotografía, aunada a una buena historia que tiene el valor agregado de haber sido bien contada, y a la buena interpretación de los actores, hacen de Contracorriente un filme de calidad indiscutible, que hay que procurar no dejar de ver.

CONTRACORRIENTE
Director: Javier Fuentes-León
Duración: 102 minutos
Países y año: Perú, Colombia, Francia y Alemania, 2009

Publicado en el diario Correo de Huancayo el 25 de setiembre de 2010.

Crítica de cine: Green Zone

Thriller político bajo fuego amigo-enemigo

Juan Carlos Suárez Revollar

Paul Greengrass (Inglaterra, 1955) inició su carrera como documentalista para la televisión, hasta que dirigió Resurrección (1989), y años después, La teoría del vuelo (1998), que le permitieron asumir un proyecto más ambicioso (y que es, hasta ahora, lo mejor de toda su filmografía): Domingo sangriento (2002), un filme político que aborda, en clave de ficción, pero con códigos propios del documental, la masacre ocurrida en Irlanda en 1972 por parte de las fuerzas inglesas contra los civiles que marchaban contra la represión y en pro de sus derechos ciudadanos. De 2004 y 2007 son las dos partes de La supremacía de Bourne, y de 2006 un atractivo filme: Vuelo 93, sobre lo que habría ocurrido al interior del avión que no llegó a estrellarse contra su objetivo durante los atentados del 11 de setiembre.

Green Zone, por su parte, coge muchos elementos de Domingo sangriento (particularmente, la estética: cámara al hombro, con imágenes móviles muy realistas), y de Vuelo 93 toma la temática de fondo: es decir, la colisión de civilizaciones, pero esta vez durante la invasión punitiva de Estados Unidos a los países de medio oriente tras los atentados, en este caso a Irak para capturar las armas de destrucción masiva que fueron el pretexto para la intervención militar. Lo que vemos desde entonces (un mes después del inicio de las operaciones) son los esfuerzos de las dos facciones estadounidenses: para sacar la verdad a la luz, por un lado, y para evitarlo por el otro.

El centro de este conflicto es el oficial Roy Millar (Matt Damon), quien empieza a tener sus dudas por la causa real de la intervención, e inicia por su propio lado la búsqueda de la verdad. Y debe evadir a Clark Poundstone (Greg Kinnear), el agente de la Casa Blanca cuyo poder parece superar todo ámbito. Ese duelo —en que además participan otros personajes como el agente de la CIA Martin Brown (Brendan Gleeson), el poco menos que inevitable teniente Briggs (Jason Isaacs), o la periodista Lawrie Dayne (Amy Ryan)— convierte al filme en un thriller político y, casi, de espionaje.

Las escenas que se suceden en Green Zone tienen tanto dinamismo como lúdico es el ritmo de la narración. El uso de la estética documentalista contribuye a dar mayor veracidad al filme, cuyo trasfondo es eminentemente de balance de la guerra en Irak: un balance negativo para Estados Unidos, por cierto. Greengrass, nuevamente, habla fuerte a través de su cine.

LA CIUDAD DE LAS TORMENTAS
Director: Paul Greengrass
Título original: Green Zone
Idioma: inglés con subtítulos en español
Duración: 115 minutos
País y año: Estados Unidos, 2010

Publicado en el diario Correo de Huancayo el 11 de setiembre de 2010.