Luego de leer El Quijote, Juan Carlos Suárez Revollar supo que la literatura era lo suyo. Lector voraz, crítico agudo y editor perfeccionista, decidió aventurarse lanzando su propia editorial. Hoy es uno de los principales sellos en la región (Acerva Ediciones) y alista nuevas entregas. Sobre ese mundillo literario y editorial del valle del Mantaro conversamos con él.
Publicado en diario Correo, el 10 de setiembre de 2015.
Conversamos con Juan Carlos Suárez, crítico literario, escritor y director desde hace siete años de Acerva Ediciones, quien nos habla sobre el mundo editorial, la literatura y las políticas de lectura en Junín y el Perú.
¿El 2016 fue un buen año para el mercado editorial de nuestra región?
Si bien Junín no tiene índices de lectoría tan altos como otras regiones, veo con buenos ojos que se está avanzando en ese aspecto. No tenemos ya solo una, sino dos ferias del libro, institucionalizadas y con largas perspectivas de futuro. En ese crecimiento de la lectoría hay un mayor consumo de autores locales, varios de ellos con una obra igual de relevante que los mejores escritores del país. Además hay iniciativas privadas y desde el Estado para promover la comprensión lectora y la lectura en general. Los resultados se verán en el largo plazo, y serán positivos.
Es evidente que el mercado editorial, con el plan lector, se ha visto favorecido en los últimos años. ¿Ese beneficio también abarca a la comprensión lectora del alumno?
Ahí terminamos dependiendo de la pericia del docente. Los hay buenos y muy comprometidos con su labor, capaces de sacar partido incluso de libros no tan buenos. Pero qué hacemos con aquellos cuyas miles de ocupaciones no les permiten estudiar a fondo el libro que se está leyendo. Recordemos que los docentes están entre los profesionales con mayor carga laboral y emocional. Por eso es importante que el libro se defienda solo, que sea atractivo, interesante y, lo más importante, que contenga esos conflictos humanos propios de la gran literatura.
¿El plan lector está siendo bien aplicado en nuestra región?
He visto el trabajo de docentes que han conseguido no solo un nivel altísimo de comprensión, sino además el involucramiento de sus estudiantes en la trama y hasta ese estado con el que sueña todo autor: cambiar la vida del lector a través de una novela. Quizá se podría tomar esas experiencias como referente para planes piloto. A nivel de la región percibo una voluntad de hacer bien las cosas, aunque en la política nacional tenemos la tendencia a reducir las horas de literatura por otras materias. ¿Menos ficción e imaginación por más lógica y especialización? ¿Eso no nos deshumaniza un poco?
¿La selección de escritores que hace la Dirección Regional de Educación es atinada?
La esencia del plan lector se supone una elección democrática de cualquier lectura entre alumnos y docentes. En cuanto a acertar, es subjetivo. Una persona puede tener en gran estima un libro que, simplemente, marcó su vida, y lo defenderá porque a su entender es genial. Pero luego resulta ser un best seller de autoayuda al que los críticos consideran mugre editorial. ¿A quién le creemos, al crítico o a ese lector? Lo que la DREJ hace es sugerir algunos títulos para un concurso de comprensión lectora. Varias novelas de Acerva fueron seleccionadas en ese grupo y han arrojado buenos resultados. Eso se explica porque son libros muy empáticos con el lector joven.
¿Alguna vez te han pedido «comisiones» para conseguir la lectoría de tus libros en alguna institución educativa?
A menudo lo que condiciona la lectura de los libros no es su calidad sino las comisiones e incentivos. La prueba son los escándalos de corrupción que han involucrado a algunas editoriales grandes. Pero pese a las sanciones, siguen funcionando y no les va mal. Tampoco se percibe una política del Estado para contrarrestarlo. Lo bueno es que en el sector educación hay mucha gente honesta con la que sí se puede trabajar sin caer en prácticas que, aunque te harían crecer como empresa, te degradarían como persona.
¿Y qué nos dices de la piratería?
La piratería es oportunista y pelea con ventaja. Ellos eligen qué imprimir de acuerdo a la demanda, y cuentan con la logística y canales de distribución más eficientes del rubro editorial. Los libros de Acerva pirateados tenían altos niveles de lectoría. Y en cuanto apareció la versión pirata, las ventas cayeron en 90 %. No importa lo barato que se venda un libro, ellos pueden ofrecerlo por muchísimo menos. He visto versiones de nuestros libros que no les habrían reportado ni diez o quince céntimos de rentabilidad por ejemplar. Entonces ahí ya no se percibe solo un ánimo de lucrar, sino de demolerte por haber osado enfrentarlo con una edición original y bonita de cinco soles.
Si bajar el precio de un libro hasta ese nivel no es la solución, ¿cuál sería entonces?
Nuevamente, esa es una función del Estado. A su modo, la piratería suple también el rol del Estado de dar acceso a los libros. Si no hay una política de mantener bibliotecas públicas, ¿cómo hará alguien para estudiar con un libro que cuesta setecientos o mil soles? Hemos llegado a un punto de equilibrio entre Estado e informalidad, en este caso, la piratería. No creo que a algún funcionario le interese alterar eso, habiendo otras prioridades.
¿Quiénes son los autores locales más auspiciosos?
Citaría a dos, Augusto Effio, quien pese a su brevísima obra publicada, es el mejor narrador que ha dado Junín. Es un autor al que debemos prestar muchísima atención. María Teresa Zúñiga, por su parte, si bien es reconocida como una de las mejores dramaturgas peruanas, es también una gran narradora. Prueba de eso es su novela La casa grande, que ha recibido muy buenos comentarios dentro y fuera del país. Luego vienen los autores, digamos, consagrados, como Villanes Cairo o Rivera Martínez. Pero lo que se ve ahora es una transición generacional. Hay muchos jóvenes que están escribiendo. Y lo están haciendo bien. En unos años tendremos una nueva literatura de Junín más consolidada.
¿Qué nos traerás para este 2017?
Tenemos algunos títulos en proceso de edición. El más inmediato, y que ya lleva tiempo en espera, estimo para bien, es Mi tío el cura, de José Oregón Morales. Ha tenido varias versiones y una larga gestación. Pero ya está lista para su publicación. Además tenemos tres proyectos adicionales cuya publicación decidiremos en el transcurso del año. En el mundo editorial debemos ser pacientes y tener tino. Por fortuna, ya van siete años de Acerva, y prometedoras perspectivas, además.
Publicado en revista El Huacón, edición 180, del 9 de enero de 2017.