Las ficciones de los soñadores
Por: Juan Carlos Suárez Revollar
Trampas para incautos (Revuelta Editores, 2009), primer libro de la escritora limeña Yeniva Fernández (1969), tiene historias —como tales— bien planteadas. Todos los cuentos están escritos con mucha sensibilidad y con un fondo donde la cotidianidad se entremezcla con la fantasía, sin perder por eso su realidad.
El libro se divide en dos partes. La primera se titula Las trampas a mediodía, donde hay relatos de cierto interés: que tocan temas como el abandono y la soledad en “Quédate a dormir”; las trampas de la muerte, en “Palomas”; o la resignada impotencia del eterno pelele, en “Lo mejor para Mario”.
Sin embargo, lo mejor del libro está en la segunda parte, titulada Las trampas de la neblina, donde destaca largamente “Casa adentro”, cuento cortazariano, de naturaleza fantástica, con una poderosa atmósfera, una historia sólida y —salvo algunos tropiezos— muy bien contada. Otros relatos bastante buenos de este grupo advierten una aterradora claustrofobia en “Una calle”, la idea del doble gracias a un hábil artificio técnico, en “Díptico”, y la figura de la Muerte en “El acompañante”, que aunque bastante bien narrados, adolecen, como la mayoría de todos los demás cuentos del libro, del defecto de no tener un final demasiado efectivo.
Hay además buen número de descuidos en la parte lingüística y ortogramatical —responsabilidad seguramente del editor— que dificultan la lectura fluida de los cuentos. En unos casos se pierden buenas historias por la ejecución un tanto inexperta, como en “Sierra norte” y en “Esa oscuridad que regresa”, que habrían mejorado de ser más breves; en otros por el exceso de descripción o por el afán de explicar demasiado.
Sin embargo, visto como un todo, Trampas para incautos es un libro que emana mucha simpatía, que funciona y permite vislumbrar un promisorio futuro de su autora.
Publicado en el suplemento cultural Solo 4 del diario Correo de Huancayo el 12 de junio de 2010.