Crítica de cine: La teta asustada

La herencia del dolor y el miedo que no cesa

Por: Juan Carlos Suárez Revollar

El primer largo dirigido por Claudia Llosa es Madeinusa (2006), un fresco antropológico a manera de tesis: ensaya un supuesto y fuerza a la historia y a los personajes para alcanzar el desenlace. Es una película sobresaliente y distante del estilo cinematográfico predominante en el Perú. Aunque tiene altibajos, llamó la atención de la crítica y originó no pocas controversias por su temática.

La experiencia de este primer rodaje permitió a Llosa un excelente manejo del discurso audiovisual, reflejado en La teta asustada. Fausta (Magali Solier) padece de un síndrome que altera gravemente su comportamiento a causa de la violación sufrida por su madre cuando aún la llevaba en el vientre, y que se ha transmitido por la leche materna, creando un vínculo que las une a ambas de por vida. Esa conducta linda con la locura y toma la forma de un miedo constante, paranoico y presumiblemente injustificado que la hace creer que en cualquier momento también ella será violada. Se genera, así, un drama personal muy íntimo, frustrándose cualquier posible relación con un hombre y produciendo un estado de soledad e incomprensión acentuado por la intolerancia ajena.

La historia del filme es simple y su estructura carece de saltos temporales. La puesta en escena no es complicada y los planos son casi estáticos. ¿Qué es entonces lo que hace de La teta asustada un filme tan peculiar y de primera línea? Precisamente esa aparente sencillez. La violencia es omnipresente a través del temor de Fausta y del pasado que los mayores se empeñan en no querer recordar, pese a que apenas hay escenas violentas y la acción ha sido atenuada en lo posible. Las tomas son largas y lentas, pero están llenas de poesía, belleza y en especial de significación. He ahí uno de sus mayores méritos. Hay muchos símbolos que enriquecen la historia y la amplían de forma ambigua y fascinante, encerrando multitud de interpretaciones. ¿La propia papa que Fausta lleva en la vagina no es un símbolo, acaso, del miedo a la violación, y no es esperanzador su florecimiento? Y los matrimonios, los cantos para paliar el miedo, el contraste de las dos capas sociales de la ciudad, los gustos ridículos de unos con los refinados de otros, las perlas o la muñeca enterrada de la pianista y la quietud del desierto que Fausta atraviesa con su madre a cuestas, ¿no son también más símbolos?

Es claro que nos encontramos ante una película superficialmente sencilla, con un fondo significante y alegórico altamente complejo. Por cierto, aparece en un momento pertinente para el balance de la violencia política que se vivió en nuestro país, en un ajuste de cuentas con el pasado por medio de una historia de indiscutible calidad artística.

LA TETA ASUSTADA
Directora: Claudia Llosa
Países: Perú, España, 2009
Idiomas: español y quechua
Duración: 97 minutos

Publicado en Correo de Huancayo, el 2 de mayo de 2009

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