Pocahontas, Smith y la intolerancia
Juan Carlos Suárez Revollar
En el penetrante ensayo Identidades asesinas, Amin Maalouf escribe que la causa de las matanzas entre etnias son las identidades colectivas que, por la intolerancia, el nacionalismo insensato y, más que nada, por la desvalorización de los ‘otros’, se termina aborreciendo a los integrantes de comunidades ajenas, sin caer en la cuenta que no se intenta siquiera comprenderlos.
Buena parte de la tesis de Avatar, el último filme de James Cameron (Terminator —1 y 2—, El secreto del abismo, Aliens, Mentiras verdaderas, Titanic) se refiere precisamente a ello: en un escenario futuro —es el año 2154—, los humanos que trabajan para la ‘Compañía’ —una entidad muy similar a aquella que, con sus innumerables alas y sus brutales prácticas, promueve la sanguinaria extracción de recursos en el Congo, en El corazón de las tinieblas, de Conrad— intentan reasentar a los Na’vi, nativos bípedos que viven en absoluta armonía con la naturaleza en la espesa jungla del planeta Pandora, a fin de iniciar las operaciones de extracción de Unobtanium, un valioso mineral, pues los Na’vi moran sobre el yacimiento principal.
El cabo Jake Sully (Sam Worthington) logra infiltrarse en la comunidad Na’vi gracias a su avatar, un cuerpo idéntico a los de los nativos que, a través de la sincronización por control remoto, le permite controlarlo. Se establece entonces una profunda relación con Neytiri, la hija del jefe de la tribu, quien le sirve de nexo y le enseña todo lo necesario para comprenderlos y convertirse en miembro de los Na’vi.
Hay dos partes muy marcadas en la historia: la primera, más lograda, comprende el idilio de Neytiri y Jake Sully mientras dura el aprendizaje de éste, y la segunda desde el inicio de la guerra hasta el desenlace del filme.
Cameron se caracteriza por realizar películas espectaculares de gran interés, y Avatar no es la excepción. Logra equilibrar las escenas de acción con aquellas más reflexivas. Aunque la puesta en escena y los efectos especiales son realmente impresionantes, la historia tiene graves defectos, principalmente en la segunda parte, donde se hace presente su discurso manipulador y tendencioso. Por ello, el final es inverosímil y, así, no se consigue el funcionamiento como conjunto.
Por eso, Avatar debe verse como un entretenido filme y, en añadidura, como una reflexión sobre el problema ambiental y la intolerancia en nuestra sociedad.
AVATAR
Director: James Cameron
Idioma: doblado al español
Duración: 160 minutos
País y año: Estados Unidos, 2009
Publicado en el diario Correo de Huancayo, el 26 de diciembre de 2009.