Crítica de cine: En la cama

Haciendo catarsis, desnudos, con un desconocido

Por: Juan Carlos Suárez Revollar

Lo que más llama la atención de En la cama es su sorprendente economía.
La película está ambientada en su totalidad en una suite de hotel, y aparenta en un inicio ser absolutamente de índole erótico-sexual. Sin embargo, pese a que los actores se pasan desnudos desde el inicio hasta el final, el eje de la narración es otro.

La historia es sencilla, y la estructura absolutamente lineal. Arranca con una toma desenfocada del impetuoso encuentro sexual de los protagonistas. Se acaban de conocer, y no recuerdan (o no saben) el nombre del otro. Este elemento les sirve de pretexto para iniciar una animosa conversación, que a su vez les permitirá conocerse hasta niveles no imaginados.

Lo más interesante del film son los diálogos. El uno al otro se cuentan vivencias y sentimientos demasiado personales como para hablarlos con un amigo, con la negligencia de quien se sabe seguro de no perder nada al hacerlo. Ello hará que, en una sola noche, e interrumpidos por sus breves cópulas, se adentren en el alma del otro de manera extraordinaria. Encontramos entonces a dos seres atormentados por sus problemas personales, sus desamores, su soledad.

Pero no es sólo un personaje que toma de improvisado sicólogo a su compañero de alcoba. En realidad tanto Bruno (Gonzalo Valenzuela), quien está pronto a partir a Bélgica para un posgrado, como Daniela (Blanca Lewin), quien sufre a causa de su irascible novio, necesitan desesperadamente de alguien que los escuche, que les haga sentir paliada su soledad. De ese modo, un mero encuentro sexual de una sola noche se convierte en una búsqueda interior. El acompañante es casi siempre implacable con el otro, y le muestra aún más el agujero en que se encuentra. A su vez, la superficial relación evoluciona hasta la profunda necesidad del uno por el otro.

En la extensión de personajes, nos parece mucho más interesante la de Daniela, acaso por su mejor interpretación, sin desmerecer, claro, la de Bruno. Bize se ha cuidado de hacer una meticulosa dirección de actores y, aunque por momentos se le van de las manos, en casi todo momento se ven verosímiles.
En cuanto a la fotografía, se ha privilegiado los tonos purpúreos, de violencia previsible, que acentúa el erotismo, tamizados por el verde de la cama. Se juega poco con los claroscuros. En cambio, el cuarto completamente cerrado, da un ambiente claustrofóbico, y da como única vía de escape a los personajes de la presencia del otro a la puerta blanca del baño: un ambiente mucho más pequeño aún.

La tensión de la pareja sube y baja de manera trepidante, pudiéndoseles ver ir de su unión carnal a una acalorada disputa. Afortunadamente, no pierde su ritmo, y el espectador se siente cuasiatrapado mientras dura la proyección.Volvemos entonces al inicio. Sorprende ver de vez en cuando que, con tan pocos recursos materiales y presupuestales, se hagan filmes tan cautivantes como En la cama. No hay que perderla.

En la cama (Chile, 2005)
Director: Matías Bize
Guión: Julio Rojas
Fotografía: Gabriel Días, Cristian Castro
Protagonistas: Blanca Lewin (Daniela), Gonzalo Valenzuela (Bruno)
Duración: 81 minutos

Artículo escrito para la columna Función Continuada en marzo de 2009

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