Crítica de cine: Robin Hood

La germinación del héroe

Juan Carlos Suárez Revollar

Sería difícil hablar de la filmografía de Ridley Scott sin mencionar su brillante inicio, con ‘Los duelistas’ (1977), que bien puede catalogarse como una de las obras maestras de la cinematografía mundial. Entre lo más destacado de su obra —y desafortunadamente de una calidad artística mucho, muchísimo menor— se encuentran ‘Alien’ (1979) y ‘Blade Runner’ (1982), verdaderos éxitos de taquilla, así como ‘Thelma & Louise’ (1991) y ‘Gladiador’ (2000). Esta última obtuvo el Oscar a mejor película, y engrosa su grupo de filmes épicos, como ‘Cruzada’ y ‘1492, la conquista del Paraíso’, al que se añade ahora ‘Robin Hood’.

La historia —a diferencia de las versiones antiguas, que se ciñen a las tradiciones orales y a las noveladas: desde Walter Scott hasta Alejandro Dumas— tiene variantes importantes. La principal es que esta vez no presenciamos las hazañas de Robin de los bosques, «quien roba a los ricos para dar a los pobres», ni su gran conspiración para devolver el trono a Ricardo Corazón de León (muerto acá) y derrocar al tirano Juan Sin Tierra —el hermano de éste—, que ha usurpado la corona; sino más bien se plantea los inicios, en una suerte de ‘precuela’ de la historia que ya conocemos: cuando Robin Hood se convierte en proscrito, enemigo del rey tirano, y clandestino y audaz justiciero.

Este Robin Hood acepta su suerte sin entusiasmo. Siempre está ensimismado, es incluso sombrío y apenas si sonríe, a diferencia de sus predecesores —imposible olvidar, por ejemplo, al interpretado por Errol Flynn—, quienes más que combatir o buscar desquites, se divierten mientras burlan al enemigo, y de paso divierten a mares al espectador.

Una característica de la estética de este filme es su cercanía a los cánones naturalistas (extremo realismo, y más aún, renuncia a ocultar o atenuar pasajes sórdidos o demasiado violentos). Pero otros aspectos menguan la credibilidad ganada con ello, como la poca solidez en la construcción de personajes. Hay estereotipos muy marcados: el malo habitual, Godfrey (Mark Strong), quien hace y deshace las cosas a su antojo, y nunca le salen mal; el personaje de Juan Sin Tierra (Óscar Isaac) tampoco se salva: es el reyezuelo incapaz, tirano, bravucón y cobarde (también está muy mal construido). Otro defecto son los tiempos muertos, que abundan y contribuyen poco con el desarrollo del filme.

Lo mejor de Robin Hood, por otra parte, es su original historia —pese a sus muchos defectos—, así como su aceptable conducción del tema épico, por el que su director parece tener predilección. Sin embargo, seguiremos añorando al Ridley Scott de Los duelistas, ese bellísimo filme en el que parece haber agotado su talento.

ROBIN HOOD
Director: Ridley Scott
Países y año: Estados Unidos, Inglaterra, 2009
Duración: 140 minutos
Idioma: inglés con subtítulos en español

Publicado en el diario Correo de Huancayo, el 31 de mayo de 2010

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