Crítica de cine: Tarata

Grave atentado, irrelevante incidente

Por: Juan Carlos Suárez Revollar

Dos filmes se cuentan en la filmografía como director de Fabricio Aguilar: el cortometraje La cuerda floja (1997), que tiene la virtud de manejar eficientemente la relación entre dos comediantes ambulantes, abordando hábilmente el tema del payaso sufrido; y el largo Paloma de papel (2003), que trata, al igual que Tarata, de la violencia política en el Perú, con una perspectiva infantil y un contexto ambientado en la serranía.

Tarata refiere el clima de miedo permanente que se vivía durante la guerra interna, cuando Sendero Luminoso había logrado tomar un importante control de Lima. Así, los cuatro miembros de una familia —miraflorinos venidos a menos—, junto con la amiga de la madre, la empleada y su hijo son, a su modo, testigos y protagonistas de los hechos.

A lo largo del filme vemos la forma banal en que los personajes toman al terrorismo, y el cambio repentino de su manera de pensar tras el atentado de Tarata —como se dijo siempre en el país que ocurrió después de este lamentable suceso—, en una toma de conciencia que Aguilar no desarrolla adecuadamente en su película.

Si bien el hecho que da nombre al filme es central en la historia, y que no necesariamente debe ser abordado en su totalidad, sí debe, en cambio, tener la suficiente trascendencia para alterar las vidas de los personajes y el curso del relato; pero eso no ocurre en Tarata, porque el atentado no es más que un mero episodio.

De esa forma, el primer gran defecto con que nos topamos es el argumento, ya que no tiene la suficiente eficacia para permitir una adecuada narración. Los personajes tampoco están bien diseñados y jamás son capaces de resolver sus conflictos internos. Ahora bien, una historia floja podría funcionar siempre que se haga una adecuada narración, pero también acá encontramos problemas: tenemos una estructura temporal absolutamente lineal —que no estaría mal si la historia lo permitiese—, y un deficiente manejo de los puntos de vista. Así, la tensión dramática no logra despegar y, por eso Tarata, además de decir poco, aburre.

Es una lástima que, con lo difícil que es en el Perú conseguir financiamiento para un rodaje, los resultados de esta película sean tan pobres.

TARATA
Director: Fabricio Aguilar
País y año: Perú y Venezuela, 2009
Duración: 90 minutos
Idioma: español

Publicado en Correo de Huancayo, el 03 de octubre de 2009.

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