Escribe: Juan Carlos Suárez Revollar
¿Tiene algún sustento real la lucha contra la informalidad y la delincuencia que, según Henry López, el alcalde de Huancayo, encarnan los ciudadanos de Venezuela? Más bien se diría que anunciar a esta ciudad libre de venezolanos tiene otras motivaciones. La principal es una cierta simpatía hacia el régimen de Nicolás Maduro que no solo él, sino sus otros camaradas de partido nunca se han molestado en ocultar.
Desde que se inició la oleada migratoria desde Venezuela a toda América Latina la izquierda no está contenta. Y gran parte de ella ha orquestado una larga batalla mediática para satanizar a miles de personas que, antes que inmigrantes, tienen condición de refugiados y son la evidencia palpable de un sistema político y económico —otra vez— fallido.
¿Acaso una ciudad que se formó, creció y desarrolló gracias al empuje de miles de inmigrantes tendrá simpatía por una política que busca echar a gente que también vino de otras tierras?
Una estrategia más o menos efectiva que usan los caudillos para ganar popularidad es convencernos de la existencia de un enemigo común. Ayuda a unir naciones o pequeñas sociedades y las hace trabajar codo a codo para vencer y sobrevivir. Pero a menudo sirve también a esa clase dirigente para distraer de los problemas inmediatos, casi siempre originados por su incompetencia.
Dudo que proclamar la expulsión de venezolanos alcance a unir a Huancayo en una causa común. Muy al contrario, lo va a polarizar. ¿Acaso una ciudad que se formó, creció y desarrolló gracias al empuje de miles de inmigrantes tendrá simpatía por una política que busca echar a gente que también vino de otras tierras?
Publicado en portal de noticias Clandestino el 2 de abril de 2019.